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guerra insurgente no destruyó del todo los signos de adelanto en la
vida humanística e intelectual de León, como es natural, algunas de
sus manifestaciones sufrieron considerables retrocesos merced a los
trastornos sufridos por las instituciones nacionales gracias a los
avatares de la guerra.
Desde fines del virreinato debió existir
en León una escuela de pintura más o menos académica, pues conocemos,
por lo menos, tres retratos al óleo de personajes que vivieron en
los últimos años del régimen español.
El primero de ellos es el de don Juan
Antonio de Alegre y Agreda, Administrador de la Real Hacienda; el
segundo, el del Regidor del Ayuntamiento, don Manuel José David Doblado
gallardo y Barrera, abuelo del procér don Manuel Doblado, y el tercero,
el de la fundadora del Templo de los Angeles, doá Mariana Caballero
de Acuña y Pérez-Quintana. Además, una cuarta pintura del siglo XVIII
representa a un personaje del siglo XVI: el fundador y primer párroco,
Bachiller don Alonso Espino. Este último retrato se halla firmado
por Rafael Carnesio, pero no tiene señalado el lugar de su manufactura.
Además de los cuatro óleos citados,
debió haber en la Villa imagineros encargados de la confección de
los retablos a la Madre Santísima de la Luz y a San Sebastián, como
ocurría en la mayor parte de las villas y pueblas de la Nueva España;
pero sus nombres no han llegado hasta nosotros, como tampoco los de
los autores de los tres retratos, sin que podamos afirmar que el retrato
hecho por Carnesio hubiese sido pintado en la Villa o en otro sitio
concreto.
El primer pintor que realiza en León
una obra haciendo constar inequívocamente su actuación local es Mariano
Borja y Zúñiga, que fecha en 1816 una pintura de grandes dimensiones
hecha a devoción del Padre Bachiller don Joaquín Leal, Notario de
la Parroquia de la Villa.
Poco se sabe de Mariano Borja: ni siquiera
si fue leonés o laguense, pues si la pintura de 1816 (el Alma en Gracia)
fue realizada en León, el eminente historiador de Arte, Gonzalo Obregón
y Pérez-Siliceo localizó un retrato de un militar firmado en Lagos
por el mismo pintor.
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El
Alma en Gracia. Primera Pintura firmada y fechada en León, por Mariano
Borja en 1816 |
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instituto surgido en plena guerra de Independencia fue el que el padre
don José Manuel de Somera y Landeros, establecería en su propia casa,
para enseñar Gramática a los jóvenes leonenses. Tanto fue apreciada
la labor del benemérito sacerdote, que algunos vecinos prominentes
promovieron la creación de otra clase de Filosofía, que impartieron,
en forma alternada, el mismo padre Somera y el inmarcesible sacerdote
don José Ignacio de Aguado.
Seguramente por estas fechas fue que
el Padre don Ignacio de Urbieta, entonces encargado interinamente
del Curato del que fungían como titular el Padre don Tiburcio Camiña
y como Notario el Padre Joaquín Leal y Araujo, impartió gratuitamente
clases de Teología Moral a los estudiantes pobres que no podían pasar
a cursar la asignatura en el Seminario de Morelia.
Tales esfuerzos venían a ser complementados
por la herencia apreciabilísima del prócer don José Venancio de la
Roa y Cisneros, quien, como atrás se ha visto, había dejado una parte
muy importante de sus bienes y un rédito impuesto sobre su Hacieda
del Jagüey para el sostenimiento de un maestro de primeras letras
y una escuela en la Villa. Su hijo adoptivo, don Gabriel José de Roa,
retenía en su poder la Hacienda, pero la fundación de don José Venancio
se administraba por un conjunto de tres "patronos de la fundación,
cuidado y sostenimiento de la Escuela Pública de esta Villa".
No solo en la antigua traza de la Villa
se advertía el interés extraordinario por la instrucción pública:
el 23 de septiembre de 1820, atendiendo a una decisión del Ayuntamiento
acordaba el 2 de septiembre anterior, el Regidor de "la República
del Coecillo" don Tomás Vilches insistió en una vieja pretensión del
pueblo: la creación y sostenimiento de escuelas públicas en el Coecillo.
Para el efecto proponía el Regidor el arrendamiento de las antiguas
tierras comunales del pueblo y el cobro de las cantidades que a éste
adeudaba, por un depósito de don Lorenzo Vela, el prominente vecino
de la Villa de don José Ignacio de Pro y Cordero. El oficio de Vilches
fue redactado en términos tales, que manifiestan a las claras el enorme
interés del pueblo del Coecillo en sostener sus propias escuelas y,
de consecuencia, en la elevación del nivel de instrucción de sus habitantes.
El año de 1820 (uno antes de la Consumación
de la Independencia) significó avance en el camino andado por las
nuevas doctrinas liberales, tan sólidamente introducidas en la España
con los ministros borbónicos a partir, sobre todo, de Carlos III,
y tan firmemente sostenidas en Hispanoamérica por las logias de Nueva
Orleáns, primero, y después por Poinsett y sus secuaces. Así, en julio
de 1820 fue abolido en España y sus antiguas provincias ultramarinas
el Tribunal de la Inquisición; y las Cortes, en la misma línea de
actuaciones, disolvieron las Ordenes Monásticas, por lo que en el
mismo año abandonaron la Villa de León los beneméritos religiosos
juaninos, que administraban el Hospital llamado de "San Juan de Dios",
aunque su nombre oficial era "del Espíritu Santo". El Ayuntamiento
se encargó de él provisionalmente.
El 27 de septiembre de 1821, como de
todos es sabido, impuesto con la aclamación entusiasta del pueblo
el Plan de Iguala o de las Tres Garantías (Libertad, Religión y unión
con España) simbolizadas por los colores verde, blanco y rojo de la
naciente bandera nacional, hizo su entrada en la Capital el Ejército
comandado por don Agustín de Iturbide. Fue entonces confirmado en
la Subdelegación de la Villa don Ruperto Rocha del Río, y nombrado
Alcalde don Manuel Mariano de Lizardi. Y el 26 de mayo de 1822 se
recibió en León el decreto del 21 anterior, en el que el Augusto Congreso
sancionó la proclama del propio Iturbide como Emperador de México:
la antigua tradición monárquica nacional, de raíces tanto indígenas
como hispánicas, venció por entonces a las interesadas influencias
republicanas de Estados Unidos.
El 27 de agosto de 1822, la Subdelegación
de la Villa de León recibió la autorización expendida por el Emperador
Iturbide para que el Padre don Ignacio Aguado estableciese "una rifa
con dos sorteos mensuales, para ayudar a la fábrica de una casa de
Ejercicios", la que estuvo anexa al Templo de los Angeles.
Desde 1780, las autoridades de la Villa
de León habían pretendido la concesión de escudo de armas y la elevación
al rango de Ciudad, haciendo valer las razones que en 1576 habían
determinado la fundación de León como Villa. Como también se ha consignado,
las autoridades virreinales denegaron el acuerdo favorable a las pretensiones
leonesas declarando que solo a Su Majestad competía la resolución
correpondiente, y no a las autoridades del Virreinato.
Con la proclamación del primer Imprerio,
el viejo deseo de los leoneses volvió a actualizarse, y así, existe
constancia de que en el 1822 el Ayuntamiento de la Villa, no teniendo
escudo de armas para poner los títulos a los oficiales, adoptó uno
que entre otras cosas, representaba los cuarteles, el cerrito o Loma
de la Soledad, el Ojo de Agua, el puente del Coecillo, y el Baluarte.
De los transcrito puede colegiarse que
las cuatro imágenes incluidas en el blasón representaban los sitios
que en 1822 eran más característicos de la Villa. La Loma de la Soledad
se cubriría de viviendas a partir de la inundación de 1888; y el baluarte
fue abatido en 1851.
La torre conocida popularmente como
"el baluarte" era una construcción virreinal, de piedra, que había
sido alzada como fortín para la defensa de la Villa. Se hallaba cerca
del "puente de San Lorenzo", al pie de la Loma de la Soledad, en la
esquina de las calles que luego se llmarían "del Oratorio" y "de la
Soledad". Era distintiva de esa zona de la Villa, y fue famosa porque
allí fue muerto Rufino López.
"El Baluarte" fue lamentablemente destruido
en 1851. Por otro lado en junio de 1822 se hizo otro escudo que muestra
en todo el campo lo que el otro contenía en uno solo de los cuarteles:
el Baluarte, pero presenta además un león agonizante con una flecha
en el ijar, y el lema "León siempre fiel, siempre valiente". Este
blasón fue impreso y oficialmente usado en los nombramientos militares.
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Escudo
de armas usado por la Villa de León bajo el primer Imperio, 1822 |
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urante
los últimos años del Virreinato, extendido ya el uso de la imprenta,
los recibos de la Real Aduana de León usaron un símbolo consistente
en un sello que mostraba un león coronado soteniendo una bandera con
las Armas Reales de España. Este sello continuó usándose hasta 1825,
aunque tachado, como también se había tachado la palabra "Real".
Por aquellas fechas agonizaba el efímero
Primer Imperio Mexicano, y se preparaba la proclamación de la República
Federal. En 1824 se instaló el primer Congreso Constituyente del naciente
Estado de Guanajuato, y en el propio año tomó posesión a su cargo
el primer Gobernador Constitucional, Licenciado Carlos Montes de Oca.
Debido a las inquietudes leonesas se
creo uno de los institutos que fue el "Gabinete Público de Lectura",
primera auténtica Biblioteca Pública que existió en el Estado, promovido
por el Ayuntamiento a la sazón presidio por don Manuel Antonio de
Lizardi.
Con don Marcos García de León, numerosos
alteños se radicaron desde aquellos años en la Villa, comenzando a
formar un núcleo de población criolla perfectamente definida del que
en el propio siglo XIX surgirían personajes de importancia, entre
los que se encontraban políticos como don Mario Huelga, laguense;
benefactores como el Padre don Pablo de Anda y Padilla, sanjuanense;
artistas como don José del Refugio Díaz del Castillo y su esposa doña
Mariana Gómez de Portugal, laguenses; sabios como don José de Jesús
González, unionense, o bien genearcas de distinguidas familias, como
el padre del sabio jurista don Toribio Esquivel y Obregón, sanjuanense.
León comenzaba a ganarse, con justicia
sobrada, el nombre de "Ciudad del Refugio"; y aunque en lo político
dependía del Estado de Guanjuato, sus lazos de sangre, sus costumbres
y sus relaciones de comercio lo vinculaban cada vez más con la inmediata
región de Los Altos de Jalisco.
El Ayuntamiento de León se preocupaba
además por otros renglones de bienestar público. El 17 de enero de
1825, las autoridades municpales acordaron la instalción de una Junta
de Sanidad, "nombrando vocales de ella al Sr. Cura don José Ignacio
Couto, don Agustín Franco, don Joaquín González, don Julián de Obregón
y don Manuel Antonio de Lizardi". El 11 de febrero se instaló la Junta,
que fue integrada por don Pedro Cevallos y Cossío, Conde de la Presa,
Alcalde Primero Presidente del Ayuntamiento y sin duda el vecino más
caracterizado de aquellos años, el Señor Cura don José Ignacio Couto,
don Mariano Pacheco y don José María Arrieta, Regidores; por los facultativos
don Agustín Franco y don Joaquín González, y por los vecinos don antonio
Septién Ibarra y don Julián de Obregón y Gómez-Poleo.
El mismo año el Ayuntamiento nombró
una comisión formada por los Regidores José María Pacheco y Guzmán,
Juan Lanuza y Manuel Doblado, a efecto de definir los límites entre
el Pueblo del Coecillo y la Villa de León.
El primer Obregón que emigró a la comarca
leonesa fue don Agustín de Obregón y de la Puebla, originario de Llerana,
valle de Carriedo, Santander y casado en León en 1864 con doña Antonia
de Aguilar-Ventosillo y López de Castro. De este matrimonio, desciende
la línea más antigua de la Casa leonesa de Obregón, pero en épocas
posteriores emigraron a nuestra tierra otros de la misma procedencia.
Otro Obregón fue don Joaquín de Obregón,
avecindado en Silao en los últimos años del siglo XVIII. Fue casado
en Silao antes de 1813 con doña Mariana Franco y Frausto, hija de
don José Joaquín Franco de Paredes y de Ochoa-Garibay y de su segunda
esposa doña María Clara Frausto.
Don Miguel de Obregón y Portillo y su
esposa fueron abuelos del ilustre historiador y jurista don Toribio
Esquivel y Obregón y del primer Cronista de la Ciudad de México, don
Luis González Obregón.
En el mes de enero de 1804, don Ignacio
de Obregón, reputándose Coronel del Regimiento de Dragones Provinciales
de la Nueva Galicia, promovió ante el Alcalde Ordinario de la Villa
de León, don Manuel Antonio de Lizardi, una información genealógica
para acreditar limpieza de sangre, legitimidad y buenas costumbres
de sus hijos.
Don Julían de Obregón y Gómez-Poleo
nació en la Villa de León el 16 de febrero de 1788: desde su adolescencia
se distinguió por su prudencia y talento, pues su padre, al dictar
su última disposición, le nombró apoderado. |
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