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urante
este período, la cifra de población de la ciudad pasó de 89,510 en
1910 a 89,064 en 1921. Varias epidemias sufrió: una de viruela en
1911 (año también del "Colerín"); otra, persistente, de tifoidea,
entre octubre de 1915 y marzo de 1917, que hizo estragos terribles,
al punto de que el 25 de septiembre de 1916 el periódico Actualidades
decía. "son ya insuficientes los sepultureros que prestan sus servicios
en el panteón municipal". En efecto, el Registro Civil anotó del 19
al 24 de ese mes 48 nacimientos y 308 defunciones y del 26 al 30 del
mismo 40 partos y 228 decesos. Por razones de higiene, el 28 de esa
treintena se cerraron los templos, teatros y cines y al día siguiente
se informaba que se tiraban basuras y animales muertos hasta en las
calles más céntricas y que el cauce del río estaba lleno de ropas,
colchones y petates. Por esto se da cuenta el 14 de octubre siguiente
de que la Presidencia Municipal ha creado una Inspección de Asco,
y para el 2 de noviembre subsecuente se prohibe visitar los panteones
a pesar de la arraigada costumbre. Para combatir el tifo, Gonzalo
Torres Martínez obtuvo 5 toneladas de azufre, al finalizar diciembre,
y en la misma fecha el doctor Rafael Lozano publicó el folleto Contribución
a la campana contra el tifo. Fue también mortífera la influenza española
en el otoño de 1918; más clemente, en cambio, la del invierno a principios
de 1920. Para atender la salubridad pública, en 1915 se hicieron adaptaciones
al edificio del antiguo Instituto Sollano, alojando allí el Hospital
Civil (también llamado Juárez) del que fue director desde 1917 el
doctor Pablo del Río, y para rescatar y curar a los heridos en campaña
se estableció en 1913 un puesto de la Cruz Roja, cuyo animador fue
Francisco G. Plata. Para atender a los niños pobres se fundó a moción
del jefe político, ingeniero Antonio Madrazo, en agosto de 1912, la
Sociedad Protectora de los Niños, y para cuidar de los indigentes
se inauguró en septiembre de 1916 el Asilo de Mendigos, dirigido por
el doctor Leoncio Ramírez. Causa de numerosas defunciones fue el hambre
de los años 1915-1916 los mismos del auge del tifo (que cundió por
aglomeraciones y desaseo) y con ella culminó la etapa más sangrienta
de la Revolución. Ésta, al principio no se sintió en León, sino hasta
después de la calda de Huerta en julio de 1914. Entre los precursores
de esta gran sacudida social, fue uno el leonés Práxedis G. Guerrero
(1882-1910). Del mismo origen, el ingeniero Antonio Madrazo participó
en los movimientos iniciales, se afilió después al constitucionalismo
y al triunfar, en 1920, la insurrección de Agua Prieta, vino a ser
gobernador del Estado (1920-1923), tras de haber sido 2 veces jefe
político de León (1911-1912) y 1914, distinguiéndose, cuando ocupó
este puesto, por su preocupación en pró del orden y la salvaguarda
de las garantías individuales.
Fue esto una preocupación que surgió
tan de inmediato, que ya el 14 de mayo de 1911 se trató de formar,
por el Ayuntamiento, un Cuerpo de Seguridad, a pesar del cual unos
facinerosos cometieron tropelías en Alfaro; en 1912, los Voluntarios
de León lograron dispersar las fuerzas del rebelde Pedro Pesquera
(que asolaba Piedra Gorda) y extendieron su protección hasta Puruándiro.
Sin embargo, poco después, en el mismo año, una gavilla asaltó Los
Sauces, y luego Tlachiquera, y otra hizo lo propio en Cerro Gordo.
En 1913, unos bandidos atacaron Duarte, y otros, un mes después, Santa
Rosa. En 1914, se formó un cuerpo de defensa que, a pesar de la entrada
de Orozco (en agosto de ese año) y de la ocupación Villista (de noviembre
de 1914 a junio de 1915), resurgió y subsistía aún en febrero de 1917,
integrada por un centenar de miembros que comandaba Pedro Alvarez;
todavía el 12 de febrero de 1918 se trató de rehacer esa Defensa Social
porque el día anterior el sanguinario bandolero José Inés Chávez García
había acampado en Jalpa, amagando desde allí a León. Habiéndose creído
inminente una guerra con los Estados Unidos (en el último año del
régimen de Huerta), muchos leoneses recibieron entusiastamente instrucción
militar.
Los amagos y asaltos atrás referidos
no tocaron la ciudad; a ésta, se habla introducido el insurgente Cándido
Navarro con 300 hombres el 3 de junio de 1911, hurtando las arcas
municipales, el 17 de noviembre la ciudad estaba en poder de los Villistas
y desde esa fecha actuaba como jefe político el general Abel Serratos,
que de ese puesto pasó a desempeñar el de gobernador del Estado desde
el 18 de enero de 1915, trasladando la capital del mismo a León el
29 de enero y utilizando como Palacio de Gobierno la "Casa de las
Monas", en la que se hospedó, durante algún tiempo, el general Francisco
Villa. Habiéndose posesionado los carrancistas de la ciudad de Guanajuato
desde el 25 de abril, el general Alvaro Obregón determina el 10 de
mayo que los poderes del Estado volvieran a estar en ella. Los Villistas,
sin embargo, retuvieron León en su poder y la siguieron considerando
capital hasta que perdieron, en sus cercanías, la batalla de Trinidad,
tras lo cual entraron a León los carrancistas el 5 de junio, si bien
los Villistas se apoderaron en esa fecha de Guanajuato y la retuvieron
hasta el 12 del mismo, amagando desde ahí a León que todavía volvieron
a tomar dentro del propio mes, al mando del general Rodolfo Fierro.
Días después, el general Joaquín Amaro recuperó la ciudad, y quedó
por comandante militar de ella el general Gabriel Gavira, pero todavía
merodeó, cerca de Alfaro, por algún tiempo, la pequeña fuerza del
ex-sacristán Julián Falcón a quien, capturado, se le fusiló en Guanajuato
el 30 de marzo de 1916. Y aunque en septiembre de ese año se decía
que el Distrito de León estaba ya pacífico, todavía en la primera
quincena de octubre del mismo operaban en La Cuatralba las gavillas
de Atanacio Saavedra y de José Garduño (éste muerto en combate). El
9 de febrero de 1917 se avisaba que Epigmenio Banderas (que merodeaba
con su gavilla en esa sierra) se habla rendido y el 27 de marzo siguiente
se informaba que otra banda similar había sido desalojada de Chichimequillas.
Así, al fin de marzo, desaparecían simultáneamente el amago intermitente
de los guerrilleros y la prolongada y mortal peste del tifo. Sincrónicamente,
en el segundo semestre de 1915 y casi la totalidad, 1916 (excepto
diciembre) la situación económica había sido desastrosa, y sobre todo,
fueron esos "los años del hambre". En realidad, una larga pesadilla
habla sufrido León desde agosto de 1914 con la entrada de Orozco,
culminando ese calvario en 1916, en que un efímero presidente municipal
Rainán Orozco Avila (que lo fue en la última decena de abril y la
primera de mayo) emitió "cartones" para facilitar el cambio. Pero
la baja constante del valor de todas clases de papel moneda produjo
pánicos financieros en León todavía en el mes de noviembre, y corno,
a causa de ello, se cerraron las tiendas de abarrotes y las panaderías,
constituía "un problema el conseguir algo con que alimentarse". Pero
ya en las fiestas de enero de 1917 se advirtió una animación desconocida
desde las celebradas en 1914, y la mejoría económica continuó hasta
alcanzarse cierta recuperación en 1919.
Con motivo de las fiestas de enero
de 1914, se tuvieron dos exposiciones industriales; en 1917 hubo una
de productos industriales y agrícolas; al celebrarse las de 1919 volvió
a tenerse otra industrial y también, pero con menor éxito, al efectuarse
las de 1920. Alentaban el progreso industrial y, agrícola y pugnaban
en pro de los intereses de los empresarios, la Cámara agrícola Nacional
de León que databa de 1908 y la de Comercio que quedó constituida
el 24 de junio de 1913, aparte de varias otras asociaciones menores
como la Unión de Cosecheros de Papa, en 1918. En cuanto a los trabajadores,
el 21 de julio de 1911 se instituyó la Sociedad Mutualista de Empleados
y en 1917 se fundó el primer sindicato laboral: el de tipógrafos.
La Casa del Obrero Mundial tuvo una efímera sucursal bajo la ocupación
carrancista, en el segundo semestre de 1915, ocupando el local del
Seminario (contiguo a la parroquia), que luego durante los años de
1916-1917 alojó a la Escuela de Instrucción Secundaria, llamada durante
ese par de años "Melchor Ocampo".
La ciudad vivió aislada entre 1914
y 1916, pues los trenes de pasajeros no corrieron ya desde el 16 de
julio de la primera fecha y aunque de nuevo los hubo a principios
de 1915, bajo el Villismo, y comienzos de 1916 bajo el carrancismo,
el servicio entre México y Ciudad Juárez no se reanudaría sino hasta
el 5 de octubre de 1916 (Ferrocarriles Constitucionalistas). En enero
de 1917 se reestablecieron las corridas de tranvías. En compensación,
los automóviles que ya el 20 de enero de 1912 competían en carreras
entre la Calzada y Trinidad fueron numerosos en el último tercio de
esta década y para 1920 existía un Club Automovilista. Los aviones
se vieron desde que realizaron vuelos en la cercana estación ferroviaria
el último día de 1911 y el primero de 1912. Las líneas telegráficas
sufrieron mucho en los años álgidos de la Revolución, pero se habían
normalizado al fin de noviembre de 1916. La Compañía Telefónica Guanajuatense
había inaugurado sus servicios el 23 de julio de 1912.
Quienes vivían tales vicisitudes encontraban,
sin embargo, algún modo de evasión, asistiendo a los toros (espectáculo
que luego vino a ser prohibido transitoriamente al comenzar el último
tercio de la década) en la reformada plaza que se inauguró en 1912;
o al cine, para el cual hubo nuevos locales como el Salón Paris desde
1914 y el Olimpia desde 1920, amén del Elite y aún del Teatro Doblado,
que en 1916 fue nuevamente dedicado al "arte mudo". En este local,
sin embargo, actuó en ese año Virginia Fábregas, y ya en 1917 se tuvieron
espectáculos ligeros con la presentación de las hermanas Arozamena.
Otro medio de esparcimiento, el deporte,
que habría de arraigar tanto, empezó a cobrar importancia desde que
en enero de 1917 se instituyeron el Club Deportivo Leonés (con variadas
actividades que incluían esgrima y tiro al blanco) y el de béisbol
"Francia".
En el aspecto cultural deben mencionarse
la fundación, en 1913, de la Sociedad Literaria "Juan de Dios Peza"
y, en 1917, del Centro Artístico Pierrot, así como la Exposición de
Bellas Artes que se tuvo en 1912 en la Escuela Modelo y las de pinturas
organizadas en 1917 y 1920 por el Círculo Leonés Mutualista, el que
también auspició los juegos Florales de 1916 en que obtuvo la flor
natural Vicente González del Castillo. Esta misma benemérita institución
abrió en 1920 su sala de lectura, la que vino a sumarse a la excelente
biblioteca de 20 mil volúmenes con que hasta mediados de 1915 contó
el Seminario (y que fue terriblemente mermada bajo el régimen constitucionalista)
y a la bastante buena de la Escuela Secundaria y Preparatoria (llamada
de 1916 a 1918 "Melchor Ocampo"), la cual recobró su ubicación habitual
en 1918, bajo el director, licenciado Francisco Gómez, normalizando
sus actividades. Por cierto que, por gestiones del ingeniero Antonio
Madrazo se habían inaugurado el 8 de enero de 1912 tres escuelas oficiales
para niños y otras tantas para niñas, pero los asíos subsecuentes
no fueron propicios para nuevos progresos en la instrucción pública
y es sólo desde 1917 cuando se ven aparecer nuevos planteles como
el Liceo Sollano y Dávalos, de instrucción primaria, entre cuyos maestros
figuraba en ese año la señorita María Gutiérrez, en 1918 Josefina
Camarena y en 1919 Atanacio Hernández Romo, quien desde 1920 tuvo
ya su propio Colegio Latino-Americano. También en 1917 surgió la Escuela
Hogar y se trasladó de Guanajuato a León la Escuela de Santa María.
Desapareció en cambio, con las vicisitudes de la Revolución, la Secundaria
de María Inmaculada y en 1917 fue suprimido el Colegio de San Felipe
de Jesús. |
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